jueves, 5 de mayo de 2011

Fragmento Libro Camino del Loco

Una bella mujer de largos cabellos se encontraba en un estanque de aguas cristalinas rodeadas de bellos jardines, en posición meditativa y repentinamente un hombre joven aparece por entre los jardines.

-Por fin te he encontrado- dijo el guerrero- he pasado por muchas adversidades para alcanzarte.
           
-Recuerdo haberte ordenado que no te involucraras- respondió la princesa- ya no eres mi protector, ya no te necesito.

-He venido de todas maneras –agregó el guerrero- no podía creer que esos fueran tus deseos, no podía permitir que corrieras ningún riesgo.

-Ese ha sido –dijo la princesa- he mandado a mis demás protectores que no actuaran y que te impidieran a ti intentarlo.

-Lo sé y he debido derrotarlos –dijo él- como a los guardianes de tus hermanos… no puedes confiar en ellos, sé que no permitirás sus nefastos planes.

-Eso no es asunto tuyo- mencionó sin ninguna expresión en el rostro- has sido relevado de todo deber que tuvieras, para conmigo y el mundo… de eso ya me encargaré yo.

-No lo entiendo –dijo el guerrero con la emoción reflejada en sus ojos- ¿por qué ahora?, después de tantas dificultades que enfrentamos y superamos juntos, ¿por qué ahora me impides luchar?

-Porque esta vez no hay escapatoria posible –explicó ella con el rostro frío- es un obstáculo insuperable. ¡Es mi misión! ¡No la tuya! ¡Nuevamente te ordeno! No luches, vete y ten una vida normal y tranquila, yo solucionaré todo, aunque mi existencia sea el precio.

-Tú no comprendes… después de todo, no comprendes –dijo él con ojos sinceros- Yo no lucho porque tu me lo ordenes, yo lucho por ti… la persona, el título… la princesa, el caballero nunca han sido lo importante…  desde mucho ya no poseo vida, ya que ésta te perteneció  en el instante mismo que mi corazón abrió sus ojos y te vio.

-Debo matarte… me lo han ordenado –le anunció la princesa sin mover ni un músculo de su bello rostro- he intentado por todos los medios apartarte del camino, pero, al parecer, la única manera de salvarte de la agonía eterna que continuarás experimentando, producto de la maldición de nuestro Gran Enemigo… es eliminarte.

No me importa –respondió el guerrero con mirada serena-, no me importa el sufrimiento que deba experimentar con tal de estar a tu lado.

-Morirás si decides continuar -dijo la bella mujer sin inmutarse- te matará la maldición del Gran Enemigo o mis Hermanos y sus Guardianes… prefiero ser yo, con esta espada divina, –la cual apareció mágicamente entre sus manos-  quien acabe la agonía eterna que experimentas ¿Confiarás en mí? ¿Me lo permitirás?

-Ya te lo he dicho, mi existencia es tuya –el guerrero la miró con ojos encendidos de voluntad- si decides tomarla, hazlo. Después de terminar estas palabras él se acercó a  ella y con sus manos desnudas tomo la espada y la apoyó sobre su pecho.

La Princesa Celeste sujetando con firmeza la espada apuñaló el pecho de su Guardián, el cual cayó a las aguas y pereció instantáneamente. Pero no se veía en él rastro de sangre, ni de arma alguna.

Ahora, eres libre -dijo la Princesa Celeste mientras se alejaba de las aguas para dirigirse junto a sus hermanos- nunca habrá palabras tan grandes para describir tu labor y mi aprecio por ti ¡Que el Único y gran Dios te proteja! Yo ya no puedo ayudarte…

La soledad reinaba sobre la aguas del pequeño estanque y la tranquilidad sólo fue quebrada cuando en las aguas se produjeron movimientos… Él se levanto… su rostro no demostraba dolor, la grandeza y fuerza se expresaban por todo su ser.

Miró en todas direcciones y se examinó completamente. Al percatarse de que ninguna herida adornaba su pecho… la comprensión y la ternura se reflejaron en su rostro.

Emergió de las aguas y con firmeza se encaminó a su destino, el cual nada y ni nadie sería capaz de arrebatar de sus manos, no existía en ese momento voluntad mayor en lugar alguno… con el destello de un rayo se marchó.

-¿Qué es esta visión? –Preguntaron los jóvenes.

-Hay quienes creen nacer una sola vez, –dijo el anciano que apareció detrás de ellos- mientras otros poseen la seguridad de que una vida no basta para alcanzar su máximo objetivo.

-¿Es una vida pasada? –Preguntó la joven.

-Aquí, en el mar del inconsciente, es posible ver lo que nos ha traído hasta donde estamos ahora –respondió el anciano- lo hubiéramos vivido nosotros mismos o no, es muy posible la manifestación de visiones abstractas que poseen su mensaje escondido… depende de ustedes descifrarlo para su futuro.

-Está bien, no haremos más preguntas –respondieron los jóvenes al unísono con una sonrisa en el rostro.

-Ya es tiempo de despertar –dijo el anciano.

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